1 Juan 3:1,10-23
El padre celestial nos ama tanto y da ejemplo de ese amor, buscando nuestra salvación, buscando que no nos perdiéramos, se olvidó de sí mismo y entregó a su hijo por ti y por mí.
No obstante nosotros, caminamos por la vida sabiendo lo que hay que hacer, pero ¿qué difícil se nos hace llevarlo a la práctica?, no es tan fácil este mandamiento que nos ha dado el Señor: “Amar al prójimo como a mí mismo”.
Dice la biblia, que debemos hacer con los demás como me gustaría que hicieran conmigo y esta es la regla de oro, esto es amar, cuando pienso y me pongo en el lugar de los demás antes de juzgar, antes de criticar a una persona, cuando procuro el bienestar de otros, sacrificando mis propios placeres y necesidades.
EL AMOR DE DIOS EN NOSOTROS:
1 Juan 2:5 nos dice “pero el que guarda su palabra, en este verdaderamente, el amor de Dios se ha perfeccionado.”
El amor de Dios se ha completado en nosotros, es decir que hemos alcanzado la madurez en lo espiritual.
El Señor nos llama a dejar de amar las cosas del mundo, no se refiere a la creación física, sino a la esfera que funciona bajo el dominio de Satanás. Porque de lo contrario no tendremos el amor de Dios en nuestros corazones.
1 Juan 2: 15-17 No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
16 Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.
17 Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
El amor del padre en la vida del creyente se manifiesta a través de la humildad, en la santidad, sometiendo la carne a lo espiritual.
Si el amor del padre está en nosotros debemos caminar en luz, cuando la luz llega las tinieblas tienen que desaparecer, por eso nuestras obras no pueden ser conforme al mundo, ya que el mundo vive en tinieblas, nuestro caminar debe ser conforme a la luz, sin hipocresías, sin engaños.
EL MANDATO DEL AMOR
Amar no es una opción, es un mandato de Dios para la humanidad, desde el principio, en Deuteronomio 6:5 el Señor dijo ¡Amarás al Señor tu Dios con toda tu mente y con tu corazón.
Cuando los discípulos le preguntaron a Jesús diciendo: “Maestro, ¿Cuál Es Gran Mandamiento En La Ley?, Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.
Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas. Mateo 22:36-40 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Hay una consecuencia cuando no obedecemos este mandamiento, no amar al hermano es permanecer en muerte, dice la Palabra que somos homicidas cuando aborrecemos a nuestros hermanos, y ningún homicida tiene parte en el reino de Dios. Y es que solo pasamos de muerte a vida cando amamos a nuestros hermanos
No importa la razón que tengas para odiar a una persona, por más daño que te haya hecho, el señor nos manda a amarlos, y no de palabra sino de hecho. Y este hecho se manifiesta en el perdón, en la misericordia, cuando alguien te ha herido, míralo con compasión, porque si esa persona camina de esa manera es porque no conoce a Dios, y alguien que no conoce a Dios es digno de compasión.
Dice la Palabra en 1 corintios 13 que por más que hagamos obras, si no la hacemos por amor a Dios y al prójimo no estamos haciendo nada.
Por más dones que tengamos, si esos dones no lo usamos con amor de nada nos sirven.
Nos convertimos en címbalos resonantes, un címbalo es instrumento musical de percusión formado por dos platillos de cobre, plata o bronce que, según su dimensión producen sonidos de mayor o menor altura.
Reteñir es producir sonido estruendoso. Aun entregues tu vida, si no lo haces por amor de nada vale. (1 Corintios 13).
Oro al Señor para que su amor permanezca en nosotros y aprendamos a amar a nuestro prójimo sin mirar si lo merece o no. Dios no nos ama porque lo merezcamos, si así fuera ninguno de nosotros hubiésemos sido salvos, porque ninguno lo merecemos, al contrario merecíamos la muerte, pero por su grande amor, nos libro de la condenación del pecado.
Amémonos unos a otros, la vida no tiene sentido sin amor, porque Dios es amor, y el que no tiene amor, no tiene a Dios ni le ha conocido, el amor es la esencia de la vida.
Dios les bendiga.
Pastora Juana Contreras.
Santo Domingo, República Dominicana.