Yo en primer plano, mirando mis imperfecciones y meditando si vale o no, ser tan rígidos, tan estrictos con nosotros mismo, reflexionando en este reinicio, ¿Qué me enseñará este encierro, qué aportará a mí existir, me hará ver la vida como la veo siempre, llana y simple en donde todos somos iguales ante Dios, pero que el dinero, el título, los rangos o apellidos; el ser persona pública, artista o funcionario nos separa, no sólo de una primera fila, de una silla, un lugar exclusivamente para ese tipo de personas, los intocables, los del poder los del dinero?
Pienso y pienso, ¿De qué les vale ahora todo eso? Carros de lujos, carteras de marca y todo su dinero… sé que importante no es lo que tenga o pueda tener, lo más importante siempre será el que decidió que yo pudiese tener cualquier cosa humana.
Que mi mayor activo siempre será la mansedumbre y humildad. Muchos dan su vida para salvar a otros (los soldados), incluso muchos tuvieron muerte de cruz pero la enseñanza mayor que me lega mi maestro es que teniendo todo, se despojó y vino a padecer por mí.
El Sacrificio fue al punto de despojarse de su Deidad, su reinado y su grandiosidad, el más grande acto de amor a la humanidad.
Después de estos cuarenta días, después de mi reinicio, después del desierto, después del proceso, después del purgatorio, después de la desintoxicación de la naturaleza, después de la mortandad global, después de la desnudez del alma, después del ruido de mi silencio, después del todo y antes que la nada el éxodo vendrá, pero saldremos los Josué y los Caleb que difícil ver más allá de la vista, volar sin alas sobre el pantano de la miseria mentales que los poderosos nos han impuesto.
Me levantaré, no seré la misma, seré lo que Dios me misionó a ser, defenderé mi convicción con fuerza intrínseca y valentía.
Hoy escasean las Biblias en muchos países más que en los corazones, muy dentro siempre está esa palabra que fue plantada en lo más profundo de nuestro espíritu.
Renazco después de la cuarentena, firme en mí asignación y comprometida con su visión para mí, más allá de caretas, desnudo mí alma.
Besos…
Nizara Morine.
Santo Domingo, República Dominicana.