Débora. Jueces 4: 4-9
4 Gobernaba en aquel tiempo a Israel una mujer, Débora, profetisa, mujer de Lapidot;
5 y acostumbraba sentarse bajo la palmera de Débora, entre Ramá y Bet-el, en el monte de Efraín; y los hijos de Israel subían a ella a juicio.
6 Y ella envió a llamar a Barac hijo de Abinoam, de Cedes de Neftalí, y le dijo: ¿No te ha mandado Jehová Dios de Israel, diciendo: Ve, junta a tu gente en el monte de Tabor, y toma contigo diez mil hombres de la tribu de Neftalí y de la tribu de Zabulón;
7 y yo atraeré hacia ti al arroyo de Cisón a Sísara, capitán del ejército de Jabín, con sus carros y su ejército, y lo entregaré en tus manos?
8 Barac le respondió: Si tú fueres conmigo, yo iré; pero si no fueres conmigo, no iré.
9 Ella dijo: Iré contigo; mas no será tuya la gloria de la jornada que emprendes, porque en mano de mujer venderá Jehová a Sísara. Y levantándose Débora, fue con Barac a Cedes.
Una hija de Dios toma su posición, no anda con temores, no le teme al diablo, sabe que tiene un Padre Celestial que está con ella como poderoso gigante, camina con fe, no tiene miedo de nada.
No anda quejándose y lamentándose, sabe quién es y hace lo que tiene que hacer para la gloria de Dios, la queja no atrae la gloria de Dios, la biblia dice que no se quejen para que no sean condenados.
Una hija de Dios no se deja arrastrar por las situaciones adversa, toma su posición, es emprendedora, si un negocio no funcionó emprende otro, se cae, pero se levanta, se sacude el polvo y sigue hacia delante, reanuda los estudios que dejaste a medio camino, todavía estas a tiempo, éste se pasa como quiera, si no lo aprovechas, se pasa, y si lo aprovechas también, así que mejor aprovéchalo.
No importa lo grande que sea el gigante que tengas delante, el Espíritu Santo está contigo y no te dejara en vergüenza.
Una hija de Dios establece el reino de Dios donde quiera que llega, predica la palabra, ayuda al necesitado, porque como hija de Dios obedece a Su Palabra y como hija de Dios tiene dentro al Espíritu Santo y se deja guiar por Él.
Una hija de Dios no deja que el rencor y el resentimiento arropen su corazón, no vamos a negar que te dañaron, es cierto que a lo mejor tu padre te abandonó, se fue y nunca supiste de él, o quizás estuvo allí físicamente, pero ausente emocionalmente, quizás era el papá proveedor de cosas materiales, pero carente de afecto, pero tu deber como hija es perdonarlo, porque nadie da lo que no tiene, y quizás él tampoco tuvo padres que le enseñaran, no tuvo quien le amara.
Quizás te criaron los tíos, los abuelos, o cualquier otra persona que no lleva tu sangre, te maltaron, te marcaron con palabras hirientes, te dañaron, quizás tocándote, pero tu Padre Celestial en estos momentos quiere sanar toda herida en tu corazón, toda marca Dios la quiere borrar y decirte, aunque te hicieron daño yo estuve cerca de ti, nunca te he dejado.
Como hija de Dios, tu corazón debe ser perdonador, a Jesús lo hirieron, lo vejaron, lo crucificaron, pero Él dijo Padre perdónalos porque no saben lo que hacen, tú me dirás, pero yo no soy Jesús y estoy muy dolida, todo tu dolor se va a aliviar cuando perdones.
No perdonar es como tomarse un veneno y pensar que otro se va a morir, cuando perdones la que va a estar sana serás tú, quizás esa persona no merezca tu perdón, pero tu si mereces vivir en paz como hija de Dios que eres.
Con tu perdón vas a sacar toda raíz de amargura, odio, rencores, resentimientos, todo eso es basura que el enemigo ha puesto en tu corazón, pero hoy el Espíritu Santo quiere sacar todo eso de tu vida para que vayas sin esas cargas.
Toma la decisión hoy de perdonar, porque hay una batalla que tienes que pelear y los soldados heridos no pueden ir a la guerra, levántate como se levantó Débora y fue a conquistar su victoria. Ponte la armadura de Dios y pelea tu batalla, no te rindas delante de la adversidad, toma fuerzas en el nombre de Jesús y pelea, ya Dios te entregó la victoria, sólo tienes provocar que se manifieste.
Pastora Juana Contreras.
Santo Domingo, República Dominicana.